La conciencia
El alma siempre ha sido un tema muy recurrente en la
filosofía. Desde Aristóteles a la actualidad pasando por Kant, han sido muchos
los filósofos que han intentado definirla y buscarle un lugar donde situarla. De
este modo, dando por hecho la existencia del alma, cabría la existencia de la
conciencia.
Gramaticalmente la palabra viene del latín. Como definición,
es el acto psíquico mediante el cual una persona se percibe a sí misma en el
mundo. ¿Formaría parte del alma? En mi opinión sí. El alma está compuesta por
una especie de espíritu, algo que no posee una forma física. El alma nos guía
en la toma de decisiones, bien sea para bien o para mal. Por lo tanto, la
conciencia formaría parte de este ente ya que no se puede ver de forma física y
tiene relación con los actos de nuestro día a día.
Es un conocimiento reflexivo de las cosas. Es unitario, solo
el propio individuo puede llegar a saber lo que tiene en su conciencia. Nadie más
que él, podría saberlo. En definitiva, es todo aquello que conocemos. Por esta
definición, y según las reglas gramaticales del castellano, algo inconsciente
sería lo que no conocemos, pero por el contrario son actos que no tenemos que
pensar antes de hacer. Respirar es un acto inconsciente al igual que el latir
del corazón.
Los actos inconscientes vendrían relacionados con el propio
individuo. Son actos involuntarios que dependiendo de cada persona varían. Todos
tenemos unos de base, como los ejemplos dados antes, pero algunas personas
tienen otros como pueden ser tics.
Si nos paramos a
reflexionar, la definición lógica no está muy separada de la real. Si tomamos la
palabra conocer como algo práctico y no algo del pensamiento y el saber, la
definición sería tan válida como la real. Los actos involuntarios son
movimientos que nos son conocidos, es decir, yo no conozco el proceso que debo
de hacer para hacer latir mi corazón, pero aún así lo hace.
Al igual que el alma, un mundo sin conciencia sería
imposible. Si no tuviéramos conciencia nunca percibiríamos lo que está bien o
mal. Si no lo percibiéramos todo acto sería aceptado y ninguna ley u orden
serviría de nada. Por lo tanto, queda claro que la conciencia existe. Solo nos
quedaría saber dónde está. Una vez más, al igual que el alma, es muy complicado
de saber. Todavía nos queda mucho cerebro sin utilizar. Es posible que la
conciencia y el alma sean partes del cerebro que aún no sabemos que utilizamos.
En conclusión, la conciencia es un ente más, que solo hace
que abrirnos a nuevas maneras de ver la vida y que nos deja con muchas más
preguntas sobre nuestro cuerpo que las que teníamos al principio. Con un poco
de pensamiento filosófico estoy segura de que se podrán ir dando respuestas a
estos temas poco a poco.
Una entrada muy ambiciosa... eso está bien pero las posibilidades de error aumentan. La distinción que haces entre alma y conciencia no está bien fundamentada y aunque lo estuviera no se ve bien a donde quieres llegar: tenemos alma y conciencia (suponiendo que fuera algo diferente) ... ¿y?... ¿qué pretendes demostrar con ello?
ResponderEliminarDe todas formas quédate con lo primero: una entrada muy ambiciosa. Si vamos a filosofar que sea a lo grande ¿no?
Saludos